sábado, 2 de junio de 2012

HISTORIAS DE NADGLIM: LA GUERRA DE LA CORONA BLANCA- CAPÍTULO 15


El ejercito avanzó a paso lento  pero firme hacía el sur. El ritmo incomodaba un poco a la princesa, pero comprendía que no era el momento de gastar energías.

Luego de unos días de marcha, pasaron nuevamente por la aldea destruida de Sachel. El príncipe Ronwan cabalgó hacía Sachel.

-Estoy al tanto de que está era la aldea en donde te criaste Sachel, si así lo deseas podemos hacer una parada para que visites la tumba de tu padre. Además, su Majestad me pidió que te informara que destinara recursos para construir un gran fuerte y levantará una gran estatua en honor de Rubincan el Defensor del Reino- expresó el príncipe.
-Sois muy amable mi Señor- agradeció Sachel –pero he llorado a mi padre hace poco y no deseo retrasar más el viaje. En cuanto a lo segundo, creo que el solo hecho de construir el fuerte lo honrara más que la estatua. Si la aldea hubiese contado con muros y una guarnición, posiblemente mi padre aún estaría vivo.

En ese momento un grupo de exploradores se dirigió velozmente hacia donde se encontraban el príncipe Ronwan y Sachel.

-Mi Señor- dijo con vos urgida uno de los hombres a caballo –hemos visto movimientos al sur. Sugiero que detengamos la marcha para no ser emboscados, mientras enviamos a una patrulla a detenerlos-
-¡Si son quienes pienso ya habrán visto hace kilómetros la retaguardia del ejercito!- exclamó riendo Sachel –Mi Señor, permítame ir hacía ellos y vera como el ejercito libertador se ve fortalecido.-
-¡Astargol, acompaña a Sachel hacia el lugar donde vieron los movimientos!- ordenó el príncipe al explorador que vino a traer las noticias.
Antes de retirarse, Sachel se giró hacia la princesa Beljun –Mi Señora, volveré en breve con más amigos que nos ayudaran a liberar a vuestro primo y a vuestro Reino-. A continuación dirigió unas palabras a Gortling –Y tu Enano, trata de mantener tus modales si quieres conservar tu cabeza- sin embargo, el comentario fue en tono jocoso. En el tiempo que pasaron juntos habían comenzado a entenderse y a respetarse.
Gortling contestó en el mismo tono –Supongo que podré soportar algunas orejas puntiagudas-.

Al poco tiempo, Sachel llegó con la avanzadilla de exploradores hasta el lugar donde estos habían divisado movimientos. Sachel pudo reconocer a Lothgrim al frente del grupo de elfos. Sin embargo a Sachel le sorprendió ver los pocos que había. Eran apenas trecientos y, por lo que pudo distinguir, todos pertenecían a los Guardianes de la Hoja Plateada. A pesar de ello, estaba contento de volver a ver a su maestro, salvador y amigo, por lo que cuando estuvo a poca distancia bajo de su caballo a saludarlo.

-Me alegró de volver a verlo mi Señor- dijo Sachel con una sonrisa.
-A mi también me alegra volverte a ver Sachel- respondió Lothgrim –vimos el avance del ejercito y decidimos esperarlos aquí para unirnos. Ni bien se acercaron los exploradores decidimos mostrarnos para que vayan a avisar a los comandantes ya que vimos que tú te encontrabas entre ellos al lado de la Princesa Beljun. No nos pareció prudente aparecernos en medio del ejército.
-¿Y donde está el resto de vuestro ejercito mi Señor?- preguntó Sachel imaginándose la respuesta –Solo veo a mis hermanos Guardianes-.
-Lamentablemente, su Majestad piensa que la antigua amenaza que se vuelve a levantar no nos compete- contestó Lothgrim –Por mi parte pienso que si no queremos que Nadglim nos olvidé, nosotros no tenemos que olvidarnos de Nadglim-.
-Entiendo, de cualquier manera me alegro de tenerlo de nuestro lado a usted y a mis hermanos mi Señor- expresó Sachel –Trecientos de nosotros son más de los que se precisa para acabar con cualquier enemigo- continuó Sachel.
-Bueno Sachel, creo que es hora que nos guíes y nos presentes al Comandante del ejercito para ponerme a su disposición- dijo Lothgrim. No quiso contarle en ese momento del destierro. Ya habría una mejor oportunidad para ello.

1 comentario:

  1. Excelente, se viene la guerra de Nadglim!!!
    Ya queremos saber que tanto valen esos 300!

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