domingo, 24 de junio de 2012

HISTORIAS DE NADGLIM: LA GUERRA DE LA CORONA BLANCA- CAPÍTULO 16

Luego de unos días de marcha el ejército llegó al antiguo túnel principal de Nagsur que en tiempos remotos unió a ambos reinos. El príncipe Ronwan convocó a un consejo de guerra. Además de sus generales participaron del mismo la princesa Beljun, Gortling, Lothgrim y Sachel.


-Finalmente hemos alcanzado nuestro primer objetivo- comenzó el príncipe –pero me llama la atención de no haber sido atacados hasta el momento ¿Acaso no recibimos constantes noticias de orcos hostigando estos parajes? ¿Por qué no hemos visto a ninguno?
-Mi señor- tomo la palabra uno de los más viejos y prudentes generales, Sir Borlath – Si yo me percatara que un ejército con cerca de dos mil hombres armados se aproxima, no saldría a combatirlo a terreno abierto. Los esperaría en donde las condiciones me sean más favorables.
-Pero tú eres un general humano, conocedor de las artes militares y con más de cien batallas libradas. Nosotros estamos tratando con criaturas bárbaras, con un cerebro atrofiado que en lo único que piensan es en matar- replicó Sir Wilgard, un impetuoso y aguerrido general –Es ridículo suponer que estas bestias tengan la inteligencia suficiente para planear una emboscada.
-Quizás los orcos no, pero quien los manipula si- intervino Beljun –El hecho de que los orcos hayan vuelto a resurgir en Nagsur se debe a que la antigua maldad que despertó y está hostigando a mi reino, los está utilizando para mantener cerrado el paso mientras logra dominar a mi pueblo y junta fuerzas para conquistar todo Nadglim.
-Sin ofenderos princesa, pero esos no son más que cuentos. Yo vine a liberar a tu reino de la locura de tu hermano, en la que si creo, no a escuchar los cuentos que me contaba mi abuela de pequeño- expresó Sir Wildgard.
-¡¿Acaso osas burlarte de la princesa?!- Intervino Sachel colérico.
-Cálmate cachorro- respondió Sir Wilgard - No fue mi intención burlarme, pero tu y la princesa son muy jóvenes todavía, ya llegará el día en que dejen de creer en cuentos fantásticos.
-Pues os aseguró que no son cuentos-  habló Lothgrim –He recorrido esta tierra mucho antes de que vuestro tatarabuelo aprendiera a caminar y puedo aseguraros, que habitan en Nadglim demonios mucho más terribles de los que habéis oído hablar en vuestra cama de niño, aunque la mayoría de ellos han sido olvidados.
-Señores- interrumpió el príncipe – Habrá otros momentos para discutir sobre dioses y demonios. Ahora tenemos que discutir que hacer. Suponiendo que en verdad existe algún ente coordinando a esas sucias bestias conocidas como orcos, es de esperar que nos encontremos con una emboscada.
-Tengo una sugerencia para haceros- hablo Lothgrim –Mis Guardianes de la Hoja Plateada son expertos en el sigilo y, si bien no nos sentimos del todo cómodo en cuevas, no será fácil detectarnos, además nuestros ojos nos permiten ver en la oscuridad sin necesidad de antorchas. Déjenos avanzar por un par de horas y luego que avance una pequeña vanguardia de vuestro ejercito. Cuando los orcos se muestren, nosotros estaremos en una posición perfecta para una contraemboscada y, cuando el resto del ejército empiece a escuchar los gritos de batalla, puede atacar en cuña para terminar de aplastar al enemigo. Sachel, si bien eres uno de los nuestros, y dominas nuestras artes, carece de los atributos físicos de nuestra raza, por lo que tu lugar está protegiendo a la princesa.-
-Opino que es un gran plan- se expresó Sir Argolath.
-Yo también estoy de acuerdo con el mismo- habló el príncipe Ronwan –Si estamos todos de acuerdo, propongo que iniciemos las preparaciones. En cuanto a vos Sir Argolath, si bien eres un valiente General con gran experiencia en batalla, me gustaría que colabores en el cuidado de la princesa junto con Sachel y Gortling.
-Como desee mi Señor- Respondió Sir Argolath.


El consejo de guerra continúo un breve tiempo más y al finalizar todo el ejército inició las preparaciones para la gran batalla que se iba a librar al día siguiente.

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